Durante años una de las experiencias más enriquecedoras que uno ha ido sumando tiene que ver con el mero caminar. Aquello que practicaba el bueno de Aristóteles para que la creatividad y el pensamiento fluyese paseando (peripáticos), tiene un peso en el fotógrafo –al menos para quien escribe estas crónicas– muy importante. Que a su vez le remonta al gran Antonio Machado cuando expresaba sentidamente: “Converso con el hombre que va conmigo”. Que tan hermoso nos lo hizo recordar Joan Guerrero en el documental de David Airob, “La caja de Cerillas”. ¿Qué si no es el oficio del fotógrafo, sumido en su particular caminar en conversación consigo mismo, su cámara y los lugares? En ese “a pie de calle”, el fotógrafo experimenta otro tipo de realidad ampliada, donde el grado de inmersión dará con un mayor o menor conocimiento de las sociedades, culturas o lugares plasmados. Realizarlo en Wukro, sumergiéndonos en sus calles, barrios y alrededores que parecen otro territorio, fue todo un placer y extraordinaria radiografía.