Nunca antes había sentido la necesidad de agradecer tanto la ayuda que he recibido de todos vosotros. A pesar de todo lo que os pueda contar, de lo que ha significado para mucha gente estos meses de lucha que juntos hemos llevado a cabo, por mucho que intente explicaros la gratitud que ellos me han transmitido hacia vosotros, no sería capaz de expresar la felicidad que estos días he vivido en Etiopía, el reencuentro con todos y todas aquellas personitas que han hecho que la fuerza y la ilusión con la que regresé hace ya un año, se haya, si cabe, multiplicado con cada una de las sonrisas, abrazos y besos, con cada gesto de satisfacción que regalan sin esperar nada.

Han sido 12 días vividos intensamente, con miles de kilómetros recorridos, horas de convivencia, momentos de alegría y de esperanza en que algunas utopías pueden hacerse realidad, días en los que la frase “vale más encender una vela que maldecir eternamente las tinieblas” cobran un especial significado, una vela que aunque se ha de ser consciente que no es suficiente, habéis encendido cada uno de vosotros y vosotras. No os voy a contar crisis real que viven aquellas tierras y gentes, como muchas otras, sino lo que con vuestro apoyo hemos logrado y espero que muy pronto continúe como mínimo con la misma fuerza.